lunes, 1 de abril de 2013

Carta abierta a Espacio Libre


Queridos compañeros:

Llegué a Lima con ganas de encontrar este teatro luchador que busca llegarle a todas las gentes. No tuve mucho éxito en mis primeros días. ¿dónde están los volantes de teatro independiente? No estaban en las paredes, ni bajo las puertas, tampoco en los centros culturales escondidos entre la cartelera oficial. Conocí una ilusionada estudiante de teatro. No tuve muchos más contactos que ése.
Pero sabía. Sabía que existía el teatro de grupo. Sabía de Espacio Libre.

Y un día nos encontramos. Cuando toqué aquella puerta, no esperaba que la casa me invitara con tanta sonrisa y simpatía como lo fue esa noche. Diego lo dejó muy claro: Ésta es su casa.
Y es cierto.

Ir a ver teatro en Casa Espacio Libre es más que sólo eso. Porque no se trata sólo de la obra. La obra es una excusa perfecta para reunir a actores, estudiantes, espectadores, curiosos y caídos de casualidad para aliarnos, intercambiar miradas, puntos de vista, consejos, reacciones, impresiones, reflexiones que comienzan a cocinar ideas en algunas mentes sedientas de cosas nuevas a probar.



Y eso es sólo el comienzo de un camino que sigue paralelo con el entrenamiento de todos los días. Porque en mi caso siguió un sábado a las 10 de la mañana - que en realidad ellos comenzaron a eso de las 6 am. Conocí ejercicios similares a los que ya hago en mis clases y sin embargo había un energía reconcentrada en aquel círculo. Entendí el real significado de existir y estar en ese mismo instante, en ese preciso lugar.

Entendí que por mucho tiempo había divagado mi cabeza distraída y entonces mi entrenamiento nunca había sido completo. La concentración era una responsabilidad que descubrí tan importante.
Eso; eso era elegir el teatro segundo a segundo. Mi concentración era clave y sin ella todo era una simple mímica inútil.




Jugar ya no era hacer como, sino hacerlo por completo.
Entendí que mi risa era un forma de escaparme, de hacerlo todo menos real, del miedo de entregarme por completo, era la duda. No me es tan fácil aún, pero lo intento, intento no escabullirme de mi responsabilidad.

Y si eso eran un par de horas de entrenamiento, del cual salía inspiradísima pensando en tanto trabajo que había y hay por delante, no puedo imaginarme cómo habrá sido la convivencia con el grupo que afortunadamente 3 de mis compañeros pudieron disfrutar.

"El monasterio del teatro"- dijeron. Que en la casa de Diego se respiraba teatro desde el amanecer hasta la hora de dormir. El teatro estaba aplicado a toda situación, en todo momento.
Trato de imaginarme lo que sería y me consumen las ganas de experimentarlo.


Desde mi experiencia de haber participado de algunos exquisitos almuerzos, puedo entender algo de lo que mis compañeros vivieron. Había una especie de máquina intangible, cuyos engranajes - nuestros cuerpos- ponían en funcionamiento de tal manera que cada movimiento era limpio, justificado y necesario. Lo cuerpos permanecían, despiertos, alertas, activos, vivos.Nosotros éramos actores y eso no quedaba tras bastidores. Aqui y ahora, siempre.
Sentía, en lo personal, que pensaba, respiraba y me nutría de teatro sin interrupción. El teatro no era una profesión. Era un modo de vida.

Entendí entonces cuando Diego dijo que ellos no hacían teatro colectivo sino colaborativo.

Había un objetivo claro y común y no sólo eso, todos los integrantes compartían convicciones que estaban por sobre el afecto que pudieran tener. No trataba de lo que éramos, sino de lo que con eso construíamos. El compromiso constante con el presente, el aquí y el ahora, eso era hacer teatro con Espacio Libre.

Estoy muy agradecida de haber tenido la oportunidad de trabajar con este maravilloso grupo autogestivo, firme con sus creencias y siempre trabajando hacia adelante.
Prontamente nos veremos, de eso estoy segura, para continuar trabajando por el teatro que queremos.

Gracias por abrirme las puertas... y la cabeza :)