martes, 24 de junio de 2014

¿Y ahora qué? (2): Proyectar


Los altibajos de sentirse perdida con tantas preguntas y decisiones fundamentales (o que ahora me parecen fundamentales, no sé por qué no antes ni después, justo ahora...), son lo más parecido a viajar al fondo:  se nos revuelven los cuerpos con tanta curva, lomo de burro y bajaditas. Pero lo importante es que vamos en viaje.

Luego de enfrentar mi imaginario paranóico y fatalista con la realidad, me propuse poner en acción mis capacidades. En vez de preguntarme si "puedo llegar a hacer tal cosa" me propuse sin miedo a cumplir con mis proyectos, si lo que creo es que puedo, entonces necesito demostrármelo. Es algo muy personal en sí, pero la cuestión es poner en marcha la búsqueda. Las respuestas no van a llegar solas. En el hacer voy a encontrar lo real de mis expectativas, lo que es y no lo que "creo que es".
Sin embargo, con las emociones subidas en el subibaja, a veces se torna difícil salir del estado de perdición. Así que para enfrentarme a eso, con la ayuda de las calcos transformé mi pared en una cartelera de buena onda y fuerza para impulsarme a mí misma.

                               

                           









 

Así que despertar y leer eso, inconscientemente me llena de buenas vibras para comenzar cada día.
Para aprender es necesaria mucha práctica, así que, a pesar de que no tengo ideas espectaculares, trato de mantener activas mis habilidades: Dibujo, escribo, hago música, entreno baile...Me dedico a hacer un poco de todo, aunque sea un poquito. Creo mucho en lo que dijo Picasso
"La inspiración existe, pero tiene que encontrarte trabajando"
Lo importante de maquinar proyectos es ponerle fechas. A mí me ayuda sentir  la "presión" de EL DÍA que poco a poco se va acercando. Mi objetivo es haber avanzado al menos en alguno de los proyectos en el día. Haber practicado música o baile o escrito o dibujado, y es cierto, poco a poco, se me van disparando ideas, que van transformándose a medida que sigo trabajando en ellas. Trato de definir mis objetivos para no divagar mucho. A mí me encanta lo que hago y lo disfruto mucho, por eso a veces me cuesta organizarme y concentrarme en practicar específicamente algo, podría decirse que me voy por las ramas tocando o escribiendo por ejemplo, así que trato de volver una y otra vez a la idea, al "esquema" por decirle de algún modo.

Cierro este post repitiendo una frase que me escribí en la pared: Uno es lo que hace.
Con lo que "quiero" ser no basta, ahora es tiempo de ponerlo en práctica.


Esta es la tercera parte de "¿Y ahora qué?", una serie de crónicas sobre la búsqueda de mi camino luego de mi aventura mochilera. Para leer la primera parte hacé click acá, y ésta es la segunda.

Crónica de las pequeñas cosas


Domingo 22

Me encontré un guante. Uno pequeñito. 4 dedos azules y un pulgar negro. Estaba en la esquina donde me dejó el 159 ese mediodía. Lo levanté porque pensé que podría devolverlo. Microcentro un domingo es un lugar abandonado, sólo unas pocas personas pasan por esas calles grises llenas de protocolo oficial y burocracia. Lo tomé casi sin pensarlo, porque cuando pienso mucho las cosas freno mi impulso y es muy difícil que vuelva al estado inicial inocente de hacerlo tan sólo porque tuve el deseo de hacerlo. Lo tomé como una buena señal, más tarde analizaría su destino.
Subí las dos cuadras que faltaban para llegar a Defensa y encontrarme con mis amigas y en el camino buscaba a mi pequeño amigo sin guante "bonita misión" pensé, como para hacerme la poética. Sí, sentía en el fondo de la cuestión que todo eso era un símbolo, pero por el momento no lo comprendería. El sol se había acercado y la plaza estaba caminada por sujetos de colores diferentes, porque claro, los domingos Defensa es una calle de artesanías, objetos para turistas, comida casera, a veces un poco exótica, un tinte hippie pero hasta ahí nomás. Hay que ver también a qué llamamos hippie, pero eso lo dejo para otro post.
La cosa es que me encontré un guantecito pequeño con 4 dedos azules y uno negro pero no encuentro a su dueño. Yo creí que había subido las dos cuadras que también yo caminé y que estaría en la plaza alimentando palomas o alguna de esas cosas que hacen los niños en las plazas hasta que sus padres los agarran de las manos y conducen a donde tenían que ir.
No encontré al niño y me senté en la puerta de la casa de mi amiga, entre dos puestos de artesanías. Miraba la gente que pasaba con sus camperas de camping o sus abrigos de lana comprados en alguna otra feria o cosa parecida. Y esas miradas de lo nuevo y lo distinto me recordaban mis ojos cuando miraban otras calles de otros países de otras ciudades en otros momentos y sentí nostalgia. Claro, eso es algo que me pasa mucho y con el tiempo se me ha ido acentuando. Todo objeto, circunstancia, ambiente, me recuerda algún otro momento, persona, lugar que extraño. Podría decirse que vivo recordando.
Quizás no esté muy presente en el presente, pero tampoco estoy sólo recordando lo ya pasado. Más bien diría que estoy reflexionando mucho sobre el futuro.
Lastima que no soy buena para hablar, me gustaría hablar con alguno de ellos sobre las travesías y aventuras de los viajes, siento curiosidad por sus origen, su destino y sus impresiones de este parte del mundo.
Ya les he contado a mis amigos mis aventuras pero no siempre recuerdo las mismas cosas. Lo que más me agrada encontrar en mi memoria es la emoción que sentía cuando caminaba por calles sin sentirme en ninguna particular. Tenía facilidad para perder la noción del espacio y poder sentirme en lugares por los que estuve o por los que alguna vez soñé caminar. 
En todo eso pensaba mientras esperaba a mis amigas.

Lunes 23
¿Recuerdan el guantecito?Yo lo olvidé luego de la tarde con amigas. Pero hoy, luego de recibir un mail con aliento de mi gran amiga Celeste (Si estás leyendo esto, ¡Muchas gracias amiga! No sabes lo que valen tus palabras para mí), sumado a la noche de performance junto a otra colega que también me dio sus consejos y sonrisas, más los señores que me ayudaron a volver a mi casa una madrugada en la que no pasan muchos transportes hacia mi casa, puedo concluir que a pesar de todo siempre encuentro una mano dispuesta a ayudarme. Tan simple como un guantecito que le pertenece a alguna manito a la que le queda mucha vida por delante. Yo quise ayudar al niño y el niño (o el guante) terminó ayudándome a mí.
Tengo muchas preguntas, muchos recuerdos y extraño estar segura sobre mi camino y aunque, ahora las cosas no sean así y tenga muchos miedos, hay gente a mi alrededor brindándome su atención, sus consejos, sus abrazos.
Es tedioso sentirse perdido, pero es bueno recordar que no estamos solos. Y se los dice alguien que casi toda su vida se ha sentido sola e incomprensible, con pocas habilidades sociales para relacionarse con el entorno.

...¡Pero siempre adelante!


sábado, 14 de junio de 2014

¿Y ahora qué? (1): Volver a la realidad

¡Basta de sufrir! El miedo es un sentimiento que tiende a paralizarnos, yo en principio desearía parar el tiempo para pensar mis próximos pasos. Pero lo cierto es que el tiempo no existe. Y parar no se puede.

Estuve pensando en lo primero que hice, que sería el primer paso y eso fue hablarlo. Necesitaba descargar todas esas ideas eufóricas que se cruzaban violentamente por mi cabeza, volcarlas a la realidad para escuchar cuán ridículas, exageradas, sinceras o fuertes eran. Entonces volví (A Baires  ¿recuerdan que yo viajaba?) para contactar a ésas personas que siento me pueden orientar con mi situación. Porque es difícil ser subjetiva con un problema tan propio y suelo enrrollarme mucho en mis pensamientos por lo que el panorama total sólo lo ve la gente que está por afuera.
Previamente traté de escribir todas las ideas de mi cabeza, porque lo que tiene la mente es que es muy grande, como la imaginación y las cosas a veces se ven distorsionadas.
Escribirlas me hizo dar cuenta que no eran tantos cuestionamientos como pensaba. Ahora lo que faltaba era llevar mis preguntas a alguien que pueda darme su opinión sobre la respuesta o cómo enfrentaron ellos/as situaciones similares.
En resumen
Paso 1: Asumir el problema. Presentar frente a la realidad al Señor Conflicto para darle una forma más definida, encontrar LA duda de entre todas las postulantes y auto demostrarme que tan perdida no estaba (si puedo hallar la duda,  es porque pude despejar y descartar otras menos relevantes y descubrir las que se disfrazan de dudas).
Una vez asumida y pre-definida,  llevé la duda y la compartí con quien sentí que me podía ayudar a revelarla.

Paso 2: Escuchar y analizar
Todavía estoy en proceso de recopilar opiniones, pero al menos con las que ya  escuché pude aclarar mi panorama y ver más allá de mi problema. Hay un montón de soluciones y todas ellas requieren tiempo. Y con eso también llegaron otras preguntas.¿Cuál será el mejor camino?... ¿Qué es lo que realmente quiero?... ¿Qué estoy dispuesta a hacer?... 
"¿Qué hago de mi vida?" es una pregunta muy grande que involucra también mi manera de ser, mis convicciones, mis fortalezas, mis debilidades y deseos.
En lo personal siempre me costó mucho lo social, sin embargo en mi viaje descubrí virtudes y miedos que arrastraba hace mucho y no había advertido hasta que salí a mochilear.También anduve con personas que fueron las que me llevaron a descubrir más caras de mi personalidad.
Y hoy heme aquí escuchando los consejos y recomendaciones sobre la vida que mis compañeros, amigos y familia me da, filosofando entre mates y cositas ricas.

Paso 3: Proyectar
Ahora que tengo clara la duda y obtuve diferentes puntos de vista también imaginé muchas posibles soluciones. Así que para volcarlas a la realidad las escribí (Escribir con tinta sobre papel, no sé por qué, lo hace más concreto). Otra vez encontré ideas ridículas poco reales, algunas muy interesantes y otras que parecían grandes desafíos. Pero ahí están, eso es lo que tengo por el momento. La única manera de saber hasta que punto algo es posible o no, es haciéndolo. Así que de momento voy probando, experimentando y probándome a mí misma qué es lo que yo realmente estoy dispuesta a hacer y que cosas no.


La mente tiene unas dimensiones a veces ilimitadas para expandir y/o empequeñecer ideas, miedos, fuerzas, sentimientos. Y nosotros no sabemos hasta que punto somos subjetivos con nosotros mismos. A mí, el miedo, a veces, me hace ver mis problemas grandes y sólidos como muros que no puedo atravesar. Y eso lo sé muy bien, el miedo nos paraliza. Por eso siempre intento llegar a la acción y confiar en mis amigos y compañeros. Creo que mi gran miedo es que me venza el miedo. Me paralicé al sentir que no encontraba alternativas, pero los amigos y volcar mis pensamientos a un plano real despertó en mí la fuerza necesaria para buscar entonces mi propia salida.
No es que todo este ya resuelto, todavía sigo definiendo mi verdadero miedo detrás de la duda y todavía tengo preguntas revoloteándome la cabeza, pero la impulsión de seguir hacia adelante está viva y como dice mi tío buscar mi destino ya es estar vivísima.

Esta es la segunda parte de "¿Y ahora qué?", una serie de crónicas sobre la búsqueda de mi camino luego de mi aventura mochilera. Para leer la primera parte hacé click acá

miércoles, 11 de junio de 2014

¿Y ahora qué?: (Introducción)



Así de rara es la vida... Llegó Junio y llegó un temible -realmente me dio pánico -  interrogante:
¿Ahora qué?
Los que me "siguen" a través del blog saben que me fui de viaje, tal como lo había soñado, no junto a mis primos pero sí con un grupo que fue mi familia durante estos meses.
Sí señores, literalmente podría decir que realicé mi sueño, pero quizás no en la forma que esperaba, porque sino no me explico entonces cómo puede ser que sienta un vacío haciendo lo que más me gusta.
Y así de repente perdí mi sentido de vida.

¡Chan!
Quizás suene muy cómico o muy trágico (de lo uno a lo otro hay un paso...) pero sentí que no tenía una razón concreta para vivir más que el simple hecho de continuar con vida. El por qué de mis haceres había desaparecido o quizás nunca había estado claro y es hoy que entre la maraña de ideales e ideologías llego al claro del bosque y me encuentro con nada. Miro hacia ambos lados de mi cerebro y no, no encuentro la razón. Me perturbo, comienzo a ponerme nerviosa, ansiosa, angustiosa, fobiosa - y "-osas" demases. ¿Qué hago? La realidad llegó a mí como nunca antes y de repente todo lo que había pensado anteriormente parece falso ¿Qué pasó? Desespero, en esta lucha contra mí misma en la que sea como sea voy a perder, pero al menos algo voy a ganar, preferiría evitar el conflicto y no puedo. Ya no se puede, ahora es evidente que el objetivo, la meta, el propósito no está definido y tiene ganas de existir, de ser real.

Y así empieza una nueva aventura llamada "¿Qué voy a hacer de mi vida?" Hice lo que quería, pero lo que de verdad, de veras de veritas... ¿Qué es? Mi planteo no es sólo qué hacer profesionalmente, sino también ¿por qué? Que simplemente me guste ya no me llena.

¿Y ahora qué? Las preguntas ya salieron a la luz, ahora es tiempo de buscar las respuestas.

Fiesta en el pueblo~! (II)



Antes de empezar a relatar mis aventuras, quiero notificarlos de una mala noticia, bueno mala para mí:
Perdí mi cámara. Se quedó en el último camión al que subí... Pero lo malo no es la cámara, o sea, sí, pero sobretodo, ¡Las fotos! Desafortunadamente no bajé a la computadora las últimas fotos, por lo que no puedo mostrarles mi cotidianidad de esos días con mis compañeros de viaje, por lo que voy a ser un poco breve al respecto ya que me da mucha pena...

·   ·   ·

Pero bueno, luego de actuar en Despeñaderos, de hacernos amigos con poco más de un metro de altura, nos embarcamos hacia Córdoba capital. Nuestro desafío fue armar el mismo espectáculo, pero en la calle. Tengo que admitir que ahora puedo recordar con cariño esos días en los que debatíamos el lugar, el cómo y el cuándo, pero en esos días, cada uno tiraba para su lado y fue difícil por momentos, pero poco a poco fuimos encontrando las respuestas, día a día, aprendimos cómo interactuar con la gente, qué elementos servían, cuáles no...
Córdoba capital es una ciudad como la de Buenos Aires: muchos autos, mucha gente, muchos vendedores, escolares, turistas, etc. Al principio no me afectó tanto, pero como bicho de ciudad que soy, comencé a dejarme llevar por ese ritmo molesto y acelerado.
Sumado a eso, el grupo se separaba... hasta tenía fecha y todo. Creo que eso fue lo más triste e inevitable por lo que tuve que pasar... Y digo inevitable porque mi deseo era seguir todos juntos, pero no todos estábamos de acuerdo...



Proseguí viaje con Mariana hacia San Pedro. ¿Por qué San Pedro? Un día en Córdoba se nos acercó Diego, ya ni recuerdo por qué, pero nos invitó a su patio cultural por si queríamos presentarnos ahí, que habláramos con él cualquier cosa.
Así que una semana y media después de aquella invitación partimos sin mucha información más que lo que recordábamos que Diego nos había dicho esa noche.
Ésta es una de las pocas fotos que tengo de San Pedro (snif...)



Cómo verán anduvimos payaseando con nuestro anfitrión, el payaso Timoteo.
Diego tiene en marcha muchos proyectos que, ligados al arte, buscan crear espacios de comunidad para la gente del pueblo. El patio cultural "La Lechuza", la recuperación del ex-cine como espacio comunitario para realizar diversos talleres, el taller de juegos en Chancani (un pueblito mucho más chiquito que San Pedro) son lugares por los que anduvimos en compañía de Diego, activando,  festejando la alegría de encontrarse, de jugar.
Otra vez fiesta, otra vez  el asombro de la gente por los colores, los payasos, los zancos, otra vez las risas, las miradas curiosas, los aplausos, las rondas, las sonrisas... Jugando, nos liberamos, nos desinhibimos compartimos y aprendemos.
Otra vez el pueblo está de fiesta.