Hace poco más de dos semanas que estamos en Despeñaderos -un pueblito de Córdoba- en casa de Jere. Los días son muy tranquilos el ruido natural de la vida nos acompaña por las mañanas entre criollitos y mate.
Luego de Buenos Aires, venir acá fue lo mejor que pudimos hacer. Es como si finalmente descansáramos de la rutina citadina a la que nos veíamos empujados, al menos yo lo siento así.
Jere y el papá, ¡Con las manos en la masa! |
Cuando volvió a salir el sol, la rutina fue ir tempranito al río, así que desayunábamos criolitos y salíamos con nuestros instrumentos rumbo a la orilla del río Sanaes.
Hasta que un día nos presentamos en la escuela donde trabajaba la mamá de Jere como profesora. Hicimos tres funciones para los chicos de la mañana y la tarde. Luego de eso todos nos reconocían y los niños saludaban "Hola payasos!". Era interesante sentir que siempre hay alguien que ya conocés, como si uno viviera dentro de una familia grande. Qué distinto a las ciudades, ¿no?
Esta segunda etapa del viaje recién empieza, este post es sólo para probar que estoy viva aquí en Despeñaderos, Córdoba, Argentina. ¡Estoy viva y muy mucho!
Estoy aprendiendo todos los días sobre mí, sobre mi arte, sobre la gente, sobre la vida...
Me cuesta encontrar las palabras para describir este estadío de trabajo y convivencia con los otros y con uno mismo. Creo que las fotos quizás les muestren un poco de lo que vivo estos días.
Saludos queridos lectores, familia, gente, gracias por leer.
camino al río |
Esta segunda etapa del viaje recién empieza, este post es sólo para probar que estoy viva aquí en Despeñaderos, Córdoba, Argentina. ¡Estoy viva y muy mucho!
Estoy aprendiendo todos los días sobre mí, sobre mi arte, sobre la gente, sobre la vida...
Me cuesta encontrar las palabras para describir este estadío de trabajo y convivencia con los otros y con uno mismo. Creo que las fotos quizás les muestren un poco de lo que vivo estos días.
Saludos queridos lectores, familia, gente, gracias por leer.