miércoles, 25 de marzo de 2015

Conversaciones con el Mar


Algo que me di cuenta estos últimos años de mi vida es lo mucho que me atrae el mar. Cuando pienso en viajar, a mi mente viene su imagen y la deliciosa sensación de su brisa sobre la piel. El mar me hace sentir libre y feliz. Amo perder mi mirada en el horizonte, imaginando a miles de kilómetros, su otra orilla.
En Lima el mar está al lado de la ciudad. En realidad en Buenos Aires también, sólo que no tenemos playa, han construido la ciudad con sus espaldas al mar - gravísimo error, en mi subjetiva opinión.






Esto de tener el mar tan cerquita, semejante espectáculo a un par de cuadras, me enloquece, me enamora, y siento que he encontrado un compañero para todas mis emociones.El mar invade todos mi sentidos, su aroma, el sonido del agua arrastrándose entre las piedras, su frescura, su horizonte infinito... Disfruto mucho del ruido monumental de las olas en la orilla, el murmullo anterior a su encuentro brutal con las piedras y la arena. Cuando veo su ir y venir, continuo pero nunca igual, yo veo una danza y lo siento vivo. El mar me habla, me ruge, me susurra, me responde...


Qué sería mi vida sin el mar... a pesar de ser tan trágico y rugiente a mi me da paz. Me conmueve, como el arte. Me invita a jugar como el teatro, y yo siento locamente que también me ama.

Me pone muy reflexiva su presencia, recuerdo algo que dijo mi último profesor de filosofía sobre la realidad. Qué más real que aquello que te hace sentir vivo. Que más real que aquello que nos atraviesa profundamente. "¿Qué es la vida? ¿Un frenesí... una ilusión?"
Te amo Mar, gracias por tu valiosa y estimada compañía.