martes, 28 de septiembre de 2010

Presentamos a...

Buen día al que me lee, al que me piensa al que me sueña…
Sí, acá empiezo yo y doy un paso al frente, me acerco al proscenio con el mismo temor que me asoma al tener que hablar de mí, “acerca de mí”. Es entonces ahora, por aquí, desde aquí que diré esta soy yo y no tendré miedo. Porque acá escribo yo y usted sólo lee. Porque aquí, no soportaré ninguna mirada, ningún gesto recriminatorio. Ni siquiera el mío; el más crítico. Sí, Conciencia, hoy sólo serás un espectador sin derecho a opinar.
Entonces, comienzo.
¿Pero por dónde? Abro y cierro los cajoncitos de mi cabeza, esto sí, esto después ¿O antes?
¿Por qué tengo que pensarlo todo?
Dejemos también esa manía de comenzar desde el principio, porque quizás ni eso exista.
Entonces, bueno sólo yo.
¿Qué digo? El público está expectante y yo no puedo decir nada.(Por algo tendré que comenzar)
Me llamo Valeria, quiera o no, después de todo, ya me acostumbré. Y quizás deba decir por qué. Por qué escribí esto, gente, no se confundan.
Bueno, entonces yo digo: Soy Valeria, pero la de 5 años antes. La que tenía trece años masomenos. Sí, aquí me ven. Y vos, Valeria, la que me dio por muerta, acá estoy, viva. Lo que pasa es que ya no sos más como yo. No querés ser más como yo. Y yo sé que no es porque me desprecies.
Pero bueno, aunque vos te empeñes a pensar que sos una mala persona, aunque se lo digas a tu familia, a tus amigos, ah, perdón “amigos”, vos en el fondo, muy muy en el fondo, sabés que no es así.
Vos nunca vas a dejar de parecerte a mí. ¿Por qué? Precisamente, porque sos muy buena. Aunque te hayas convertido en una autocrítica feroz, todavía me seguís siendo fiel.
Entonces señores y señoras y señoritas… gente en general: Les voy a hablar de mí, de Valeria cuando tenía trece años.
A ver… soy (¿o fui?) una persona divertidísima. Siempre estuve buscando hacer reír, es un placer enorme ver a mi público improvisado reír. Siempre fue lo mejor del mundo para mí. No me gusta mucho mi apariencia, pero tampoco me importa mucho. Creo en parte porque en un colegio de mujeres… no pienso impresionar a nadie. Además esos asuntos amorosos me parecen más adecuados para otra edad. Yo lo único que quiero (o quería) es divertirme, olvidar que estoy casi todo el día en este colegio. Me gusta estudiar. Pero por la tarde me gustaría estar con Mamá. Aunque me divierto mucho con las chicas. Ojalá nos pudiéramos juntar los fines de semana.
En fin, yo soy esto. Y admito que me siento superior al otro grupo de chicas. Porque yo estudio mucho, sé muchas cosas. Ellas intentan comportarse como las chicas más grandes. Además yo soy la más divertida de todas porque esencialmente no tengo vergüenza de mis personajes, de mis invenciones, de todo. No, porque si te hizo reír, está bien. Y punto.
Ahora lo que sí me llega a molestar es que mis amigas quieran parecerse a ellas. Es impresionante. Bueno, qué se yo, allá ellas. Igual, nunca podrían igualar el nivel de estupidez de aquellas. En fin… algo que también me molesta es que no me tomen en serio. O quizás que yo no me tomo en serio. Porque comienzo a tener preguntas (Y la otra Valeria asiente como si supiera algo que yo no…) que trato de ignorar, me parece que no son tan importantes.
Creo que quizás ése fue el error; no le tomé importancia. Supongo que en cierto momento comenzó a ser una carga demasiado pesada de soportar… No lo sé con exactitud. Al final no sé nada…¿Será así como comenzó todo? Que me sentía tan tonta… No sé, a partir de ahí comenzamos a ser menos como yo y más como vos… Bueno, seguí vos, porque yo ya no puedo, no sé…


Y bajó la cabeza. Yo sé que casi llora.
Y a mí también a veces me pasa. Siento que estoy traicionándome y en el rincón me agarro la cabeza y no lo puedo creer. Pero son momentos de debilidad…
Yo sé que voy bien, aunque a veces lo dude. Lo que pasa que mi elección a muchos les puede molestar. Sacrifiqué mi inocencia, mi ignorancia. Y mis primarias preguntas dieron lugar a preguntas más complejas, por así decir, o incluso más simples aún.
Cuestionar. Eso es lo que hago yo. Y lo hago conmigo misma muchas veces.

Pero bueno, si yo tuviera que hablar de mí, que de hecho debo, diría o más bien digo.
Soy diferente a los que me rodean y eso es algo que tengo pero muy seguro. Soy romántica, digo como el movimiento romántico de la época de Beethoven. Vivo al amor como un dolor. Y aunque crea en un amor para toda la vida, me resigno (o me obligo) a pensar un ninguno para mí. Porque soy tan extraña…
Yo amo. Quiero a todo o lo detesto, pero sólo amo a lo que me ama. Amo al arte por ejemplo porque el arte me ama a mí. Supongo que en una relación amorosa exijo reciprocidad. Amo a la naturaleza, a la lluvia, a los libros, a la luna, a Dios…
El amor mata. Eso lo tengo claro. Alguna vez amé a un humano, a un hombre y me vi consumida, débil, desgraciada…
No, señores, yo no me siento humana. Pero Dios sabe que soy más humana que ninguno; tan vil, tan temperamental… intensa podría calificarme, porque sí, cada sentimiento lo vivo intensamente. Y esto puede ser tan bueno como malo… Tengo miedo de convertirme en una bajeza humana. A veces siento que puedo tener el poder de destruir al mundo.
En fin, estoy soy. Soberbia con mis pares, admiradora de mis amigos (que siempre son pocos, pero excepcionales). Intensa, cobarde, temerosa, dubitativa, callada, ausente, pensativa, paranoica, rara, apasionada, tranquila, cerrada, intuitiva, misteriosa, oculta, amorosa, artística, lunar, humana, divina, especial…
Y azul…de tan blanca.

1 comentario: