miércoles, 15 de febrero de 2012

Vivir sola



Sentí la evidente soledad a la medianoche, cuando la casa se oscureció y el silencio iba esparciéndose por la casa. No recuerdo haber estado sola en estas circunstancias. Quizás era el saber que mamá volvería por la tarde, eso hacía la diferencia, al principio. Porque la soledad se iba manifestando de diferentes modos. La primera mañana que desperté sola, no había rastros del desayuno de mis padres ni Píxel (nuestro perro) apareció moviendo su rabito.
Y así con muchas cosas, lo cual me hizo dar cuenta de todo el labor que hacía mi mamá, y sobretodo el tiempo y esfuerzo que dedicaba a eso. Nunca me gustó hacer las labores de la casa, es algo muy tedioso para mí y en todo este tiempo nunca ha sido necesario para mí. ¿Saben por qué? Porque nunca vi mi casa demasiado sucia o desarreglada. Mi mamá lo ha hecho todo desde siempre. A pesar de que nos regañaba y amenazaba con dejar de hacerlo, siempre terminaba arreglándolo todo. Conociendo la flexibilidad de mamá siempre nos hemos aprovechado (mi hermana y yo). Sí, suena horrible, pero es la verdad. Y mamá aunque se queja, prefiere hacerlo ella antes que parecer autoritaria.

Vivir sola, aunque sea dos semanas, me hizo conocerme un poco más a mí. Y fue feo descubrir mi preocupante pereza, pero por otro lado, eso hizo que ahora esté un poco más activa. También resolver mis problemas de transporte, comida o dinero por mi cuenta, fueron experiencias que estuve feliz de poder resolver sin ayuda de mamá, probar un poco de independencia fue bueno, para el futuro, pienso yo.

Recuerdo que lo primero que le dije a mamá fue que iba a estar bueno estar sola por el silencio. Y cuando pasó se me tornó inquietante. Estaba un poco paranoica con la inseguridad, no sé, soy de las que piensan que todo puede pasar, en algún punto me divierte, puedo salir de mí y verme a mí misma ahí, temiendo lo imposible e improbable.

Pero al final, a pesar de que disfruto mi soledad muchas veces, era extraño tener una casa para mí sola. Un plato esperando secarse, el tacho de basura que contenía sólo mis pocos residuos, un sólo individual en la mesa, la tele apagada, el espacio en el suelo donde solía estar el plato de Píxel, el pequeño montón de ropa para planchar, todo demostraba mi solitaria situación.

Nunca había estado tan feliz de que mamá volviera.

No hay comentarios:

Publicar un comentario