martes, 19 de marzo de 2013

El viaje II: A dedo





Es la primera vez que viajo a dedo.En realidad es la primera vez que viajo con mis amigas sobre el viento sin fecha de vuelta y a dedo.
Pero lo de viajar a dedo es lo más curioso. ¿Cómo se hace?
Es muy simple, que de tan simple pasa a ser sospechoso. Y lo sospechoso para la gente emburbujada tiene a ser algo peligroso y mortal ( como si la vida misma no lo fuera...).
Mis amigas ya tenían algo de experiencia y yo en realidad no creía que fuera peligroso simplemente no tenía idea de qué exactamente uno debe hacer para que una persona confíe de mi compañía por un tramo largo o corto de tiempo.
Entre las ansias, los nervios y la euforia el momento llegó. Y en realidad era tan difícil como tomar un colectivo. No tenía ningún misterio. Los autos pasan, muchos te ignoran. Los primeros instantes dudaba, tenía temor ¿Y si nadie nos quiere llevar? Pero tarde o temprano alguien siempre hay.



-¿A dónde van?, Yo voy a...Las dejo en... Las alcanzo hasta...
A veces hacemos tramos cortos. Otras veces avanzamos 4 horas con el mismo conductor.
Pude comprobar lo que Aniko escribía en su blog. Las personas que paran:

*Alguna vez fueron mochileros/ viajeros
*Conocen a alguien que es/fue mochilero
*Quieren  serlo o lo son.

Siempre es una de las tres. Las conversaciones siempre giran en torno a ello. Hacia dónde vamos, qué hacemos, de donde venimos y por qué hacemos dedo. Algunos no se explican por qué elegimos viajar así.
Yo creo que es divertido y es un viaje más comprometido con la ruta en sí. En el mapa ves las localidades y viajas a veces de pueblito en  pueblito, contando los kilómetros, conociendo sus paisajes, entendiendo la dimensión geográfica de la región, descubriendo pueblos nuevos que a veces no figuran en tu mapa de popularidad. Entrás en contacto con la gente del lugar de otro modo. Sus acentos, sus historias de barrio, sus consejos, su vida. Hacés un intercambio de experiencias. Y aprendés.

Mientras cae el sol, vamos buscando un lugar para descansar. Mirar las estrellas, escuchar la paz. No estamos solas en el medio de la nada. A distancia hay otras personas en el calor de su hogar yendo a dormir. Y pienso en las personas que saben de nuestra aventura, se preguntarán dónde estamos en ese momento. Se acordarán  del mochilero que fueron, del que conocen, del que quieren ser...




Y vuelve la mañana. A lavarse la cara, desarmar carpa y desayunar. Compartimos un par de "Buen día" con algunas personas.
Hay lugares que están preparados para recibir viajeros, con sus duchas, agua caliente y pastito libre. Generalmente solemos descansar allí.
Una vez listas volvemos al ruedo. Sacamos el dedo y la mejor sonrisa. La aventura vuelve a comenzar.

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