martes, 8 de julio de 2014

¿Y ahora qué? (3): Activar




Tal como lo escribe -bien bonito, por cierto - nuestro amigo Elliot Tupac, no hay fortuna que no cueste trabajo. Muchas veces vemos el éxito de las personas y creemos que han tenido la "suerte", la oportunidad de lograr sus cometidos. Ok, las oportunidades existen para todos, la diferencia está en aquellos que las aprovechan, y muchas veces no es un paso simple apostar por uno mismo. Porque luego de dar el gran salto viene la tediosa parte de sostener esa decisión. El esfuerzo, la dedicación, la concentración, el tiempo que le aportemos a nuestro proyecto va a llevarnos a la meta. La clave es la constancia.

No esperen que les cuente de mi gran espectáculo, ni cosa parecida, mis proyectos siguen en pie y los sostengo día a día, aunque me cueste y a veces esté a punto de flaquear. Todos los días me levanto y sé que además de las tareas cotidianas tengo que encontrarme un tiempo para ensayar mi música, baile y/o seguir con mis lecturas. Las ideas vienen, se mezclan, se transforman, pero estoy feliz de mantenerlas activas, latentes. 
Esto que tanto buscaba: la impulsión. Finalmente siento que estoy aplicando algo de lo que tanto me preocupaba. No siento que esté todo resuelto, todavía tengo que reforzar mis ganas y dedicación, pero es un comienzo y me siento feliz de estar haciéndolo. ¿Y saben? No era tan difícil. Igual no me impresiona que así sea, hay muchas cosas que no requieren más que un paso para transformarse en lo que queremos. Pero un paso a veces implica muchas cosas y sólo aquel que se despoje de sus miedos, confíe en su intuición y realmente desee con el corazón aquello que se propuso, dará el paso firme hacia la  próxima aventura.
Ok, quizás me fui un poco de tema, pero es inevitable para mí no comparar los aspectos "técnicos" de la vida con la vida misma.

"¿Y ahora qué hago?" fue una de las pocas preguntas que me dieron miedo de verdad. Y eso que al miedo le vengo ganando en muchos aspectos, por eso me sorprendió notar que lo que yo "padecía" era el miedo de la libertad - tanto que uno la busca... - de poder elegir lo que yo quisiera. La libertad es una responsabilidad que no todos sabemos manejar muy bien, en mi caso, la convicción que tengo para seguir mi camino ante los ojos de una sociedad que me exige seguir el camino "seguro" chocaron con mi falta de impulso para construir la ruta a seguir - la mía propia-, con mi débil constancia y mi adaptación al grupo que conformaba.

Por un momento volver a Buenos Aires me pareció aceptar que no podía hacer mi camino y debía seguir el ya trazado por generaciones de gente que decidió ir a lo seguro. Pero seguir viajando sin un objetivo claro tampoco tenía mucho sentido para mí. ¿Y ahora qué?
En este periodo de estadía tranquila, en este volver a lo conocido descubrí una chica como yo, pero más desenvuelta, más decidida y mucho más insistente en hacer sus proyectos realidad. Es cierto, llegué con el pánico de aquella pregunta que me picoteaba la cabeza insistentemente y sentí que mi fuerza se había desvanecido al punto de preguntarme si alguna vez había existido  (sí, soy muy fatalista). Pero luego fui notando que mi fuerza seguía ahí, que aunque una parte de mí insistiera en que ya la vida no tenía sentido - había hecho lo que quería, al fin y al cabo, ¿Qué más había? - había una solución mejor, no lo veía claro en ese momento pero sabía que tarde o temprano llegaría a encontrarla.
No, aún no puedo decir que encontré el objetivo de mi vida, pero estoy activando toda mi energía para que pronto esa misión interna se devele. Y lo primero es esto, el ensayo de mi revolución, la práctica, el esfuerzo y la constancia día a día.

Activar, ésa es la cuestión.
La misión está en progreso
Seguiremos informando :)

No hay comentarios:

Publicar un comentario