miércoles, 25 de marzo de 2015

Conversaciones con el Mar


Algo que me di cuenta estos últimos años de mi vida es lo mucho que me atrae el mar. Cuando pienso en viajar, a mi mente viene su imagen y la deliciosa sensación de su brisa sobre la piel. El mar me hace sentir libre y feliz. Amo perder mi mirada en el horizonte, imaginando a miles de kilómetros, su otra orilla.
En Lima el mar está al lado de la ciudad. En realidad en Buenos Aires también, sólo que no tenemos playa, han construido la ciudad con sus espaldas al mar - gravísimo error, en mi subjetiva opinión.






Esto de tener el mar tan cerquita, semejante espectáculo a un par de cuadras, me enloquece, me enamora, y siento que he encontrado un compañero para todas mis emociones.El mar invade todos mi sentidos, su aroma, el sonido del agua arrastrándose entre las piedras, su frescura, su horizonte infinito... Disfruto mucho del ruido monumental de las olas en la orilla, el murmullo anterior a su encuentro brutal con las piedras y la arena. Cuando veo su ir y venir, continuo pero nunca igual, yo veo una danza y lo siento vivo. El mar me habla, me ruge, me susurra, me responde...


Qué sería mi vida sin el mar... a pesar de ser tan trágico y rugiente a mi me da paz. Me conmueve, como el arte. Me invita a jugar como el teatro, y yo siento locamente que también me ama.

Me pone muy reflexiva su presencia, recuerdo algo que dijo mi último profesor de filosofía sobre la realidad. Qué más real que aquello que te hace sentir vivo. Que más real que aquello que nos atraviesa profundamente. "¿Qué es la vida? ¿Un frenesí... una ilusión?"
Te amo Mar, gracias por tu valiosa y estimada compañía.

viernes, 19 de septiembre de 2014

¿Y ahora qué? (final): Algunos resultados



Ha pasado mucho tiempo, lo sé. Y quizás éste no sea el mejor momento para actualizar el blog (en una semana comienzan mis exámenes). Pero en medio de todo esto quisiera poder compartir un poquito como siguen mis metas...


¿Y ahora qué? Gran pregunta para volver a empezar.
Estos meses que pasaron han sido una ardua búsqueda dentro de mi propia persona, luchando contra mis propios acuerdos, reformando convicciones, estableciendo sus bases. Comencé a ser exigente conmigo misma; no podía seguir aceptando que las cosas sean así como así y si no me gustaban y quería cambiarlas entonces ¿Cómo lo haría? ¿Y qué es lo que cambiaría exactamente?

Indagarme a mí misma me llevó camino al origen, una travesía a través de mis experiencias, a observar minuciosamente mis dudas, mis fundamentos, mis creencias. A entender por qué había llegado a hacer las cosas de determinada manera en mi vida. Entonces comprendí que mi falta de confianza, por ejemplo, es mucho más grande de lo que imaginaba, que tiene muy variadas causas en mi historia de vida y que de a poco voy a poder apoderarme de mi completa fuerza.

Así es que dentro de mis proyectos tomo en serio el poder vencer mis miedos para llevar a cabo justamente, mis proyectos. Mi falta de confianza es un obstáculo grande que debo superar urgentemente. Sé que no va a ser muy fácil ni rápido, pero lo importante es mantener la constancia.

Por ahora estoy feliz de haber cumplido con mis proyectos, de mantenerlos "vivos" practicándolos con constancia y alegría. Voy iniciando un camino que espero pueda conectar todas mis actividades para un mismo fin. Constancia, ésa es la clave.  Es sostener el trabajo día a día, paso a paso. A mí todavía me cuesta, sobretodo porque tengo muchos planes dando vuelta en la cabeza, algunos ya empezados otros nuevos, otros por volver a activar. Y a veces el reparto de mi tiempo para cada actividad es desparejo, depende de los contratiempos, mis ganas y mis posibilidades.
Pero ser consciente de eso nos va a llevar hacia adelante.

Hoy en día tengo un nuevo factor en mi vida que se llama "universidad" y es algo relativamente nuevo para mí sobretodo porque cuando comencé a estudiar teatro callejero, pude experimentar un tipo de educación distinta a la "clásica" y más acorde con lo que yo creo, debería ser la enseñanza.

Lo cierto es que aún no tengo claro hacia donde voy, no puedo definirlo con mucha certeza. Podría decir a grandes rasgos que busco la forma de escapar al sistema que rige hoy en día, busco el origen de mi historia, de la historia de la humanidad, busco encontrar las causas que nos llevaron a este juego injusto y cruel que nos pone en competencia permanente por los recursos, nuestros recursos que deberían pertencernos a todos ¿Quién se adueño del mundo? ¿Por que la vida es una constante subsistencia?

Señores, mi mente está despierta y ávida de conocimiento. El viaje me permitió salir de mi contexto y encontrar muchos otros y descubrir que en realidad afuera no hay nada que temer, salvo a nosotros mismos y nuestros prejuicios. La culpa de sentir que no podía aportar mucho al cambio - cambio que siento necesario -  me llevó a preguntarme ¿Y ahora qué? ¿Ahora qué hago con esto que siento?
Por el momento es esto, una profunda búsqueda. 

martes, 8 de julio de 2014

¿Y ahora qué? (3): Activar




Tal como lo escribe -bien bonito, por cierto - nuestro amigo Elliot Tupac, no hay fortuna que no cueste trabajo. Muchas veces vemos el éxito de las personas y creemos que han tenido la "suerte", la oportunidad de lograr sus cometidos. Ok, las oportunidades existen para todos, la diferencia está en aquellos que las aprovechan, y muchas veces no es un paso simple apostar por uno mismo. Porque luego de dar el gran salto viene la tediosa parte de sostener esa decisión. El esfuerzo, la dedicación, la concentración, el tiempo que le aportemos a nuestro proyecto va a llevarnos a la meta. La clave es la constancia.

No esperen que les cuente de mi gran espectáculo, ni cosa parecida, mis proyectos siguen en pie y los sostengo día a día, aunque me cueste y a veces esté a punto de flaquear. Todos los días me levanto y sé que además de las tareas cotidianas tengo que encontrarme un tiempo para ensayar mi música, baile y/o seguir con mis lecturas. Las ideas vienen, se mezclan, se transforman, pero estoy feliz de mantenerlas activas, latentes. 
Esto que tanto buscaba: la impulsión. Finalmente siento que estoy aplicando algo de lo que tanto me preocupaba. No siento que esté todo resuelto, todavía tengo que reforzar mis ganas y dedicación, pero es un comienzo y me siento feliz de estar haciéndolo. ¿Y saben? No era tan difícil. Igual no me impresiona que así sea, hay muchas cosas que no requieren más que un paso para transformarse en lo que queremos. Pero un paso a veces implica muchas cosas y sólo aquel que se despoje de sus miedos, confíe en su intuición y realmente desee con el corazón aquello que se propuso, dará el paso firme hacia la  próxima aventura.
Ok, quizás me fui un poco de tema, pero es inevitable para mí no comparar los aspectos "técnicos" de la vida con la vida misma.

"¿Y ahora qué hago?" fue una de las pocas preguntas que me dieron miedo de verdad. Y eso que al miedo le vengo ganando en muchos aspectos, por eso me sorprendió notar que lo que yo "padecía" era el miedo de la libertad - tanto que uno la busca... - de poder elegir lo que yo quisiera. La libertad es una responsabilidad que no todos sabemos manejar muy bien, en mi caso, la convicción que tengo para seguir mi camino ante los ojos de una sociedad que me exige seguir el camino "seguro" chocaron con mi falta de impulso para construir la ruta a seguir - la mía propia-, con mi débil constancia y mi adaptación al grupo que conformaba.

Por un momento volver a Buenos Aires me pareció aceptar que no podía hacer mi camino y debía seguir el ya trazado por generaciones de gente que decidió ir a lo seguro. Pero seguir viajando sin un objetivo claro tampoco tenía mucho sentido para mí. ¿Y ahora qué?
En este periodo de estadía tranquila, en este volver a lo conocido descubrí una chica como yo, pero más desenvuelta, más decidida y mucho más insistente en hacer sus proyectos realidad. Es cierto, llegué con el pánico de aquella pregunta que me picoteaba la cabeza insistentemente y sentí que mi fuerza se había desvanecido al punto de preguntarme si alguna vez había existido  (sí, soy muy fatalista). Pero luego fui notando que mi fuerza seguía ahí, que aunque una parte de mí insistiera en que ya la vida no tenía sentido - había hecho lo que quería, al fin y al cabo, ¿Qué más había? - había una solución mejor, no lo veía claro en ese momento pero sabía que tarde o temprano llegaría a encontrarla.
No, aún no puedo decir que encontré el objetivo de mi vida, pero estoy activando toda mi energía para que pronto esa misión interna se devele. Y lo primero es esto, el ensayo de mi revolución, la práctica, el esfuerzo y la constancia día a día.

Activar, ésa es la cuestión.
La misión está en progreso
Seguiremos informando :)

lunes, 7 de julio de 2014

Señales

Siempre creí en las señales que se nos cruzan en la vida, esos pequeños acontecimientos, como el guantecito azul que simbolizan momentos, enseñanzas, reflexiones hechas o por hacer. Lo cierto es que aquel día yo radiaba de felicidad o al menos estaba tranquila con los sucesos del día y descubriendo mucha más soltura en mi relación con el entorno hasta que me encontré con este mensaje: "Hace tu gracia".
Bastante simple pero efectivo al fin, pues era cierto, lo mejor que podía hacer era lo que más a gusto y mejor puedo desarrollar, mi gusto por las artes. Aquel pensamiento regocijó mi alma, me dio la calidez de una respuesta amable y feliz. Así que, mientras pensaba en la persona que lo había escrito, encontré en la otra punta de la plaza el siguiente mensaje:


Sonreí hacia adentro y también hacia afuera. Esta frase llegaba justo a mí en el preciso momento, como si esto estuviera planeado, pero de eso se tratan las señales, "casualidades" que hacen que la vida se asemeje a una historia ficcional. A veces tenemos miedo de "hacernos la película" con este tipo de sucesos inesperados que creemos que le pasan sólo a protagonistas de libros y películas, pero lo cierto es que todo eso está basado en esta realidad que creemos más "seria". La realidad supera a la ficción, es un hecho.

 La persona buena onda que me dio fuerzas anónimamente a través de esta oración tan vibrante sigue siendo un misterio para mí, pero si por alguna casualidad llega a mi blog, o alguien lo conoce, quisiera decirle muchas gracias por tan linda iniciativa. Cuando pienso en el amor, pienso en estas actitudes desinteresadas con una intención clara y positiva. Al dueño de semejante acción me gustaría darle un abrazo, porque sus palabras (escritas) me dieron ánimos y fueron tan efectivas como los consejos y el amor de mi amigos.
Ese momento me recuerda lo que me gusta de la vida, eso intangible y a veces invisible a los ojos que lo incita a uno hacia adelante, a seguir luchando, a avanzar, crecer que a pesar de las dificultades, todo en algún momento va a estar bien.
Estamos tan conectados... más de lo que imaginamos. Sólo hay que abrir la mirada, la vida se manifiesta de diversas maneras y todo el tiempo, hay que estar dispuesto a creer nomás. Las respuestas están frente a nosotros mismos, sólo hay que estar más atentos.

                         

"Visión panorámica" nos aconsejaban en mis clases de teatro callejero y es aplicable a la vida también, dejar de encerrarnos en el camino por delante y observar lo que nos rodea en el instante, en este presente que muchas veces no valoramos. Una de mis metas es ésa, tratar de enfocarme en el presente y no adelantarme ni arrepentirme de lo anterior.


Con éste último volví a mi casa alegre y positiva. No estoy sola, alguien tuvo los mismos miedos que yo, sea el que escribió estos mensajitos o un amigo del autor y estos consejos me sirven a mí tanto como a muchos otros que andarán por allí, como yo, con muchas preguntas y temores, quizás alguna vez pasen por la plaza y vean lo que yo. ¿Cuántas sonrisas habrán producido estas frases?

Las señales están, para el que las quiera ver.

martes, 24 de junio de 2014

¿Y ahora qué? (2): Proyectar


Los altibajos de sentirse perdida con tantas preguntas y decisiones fundamentales (o que ahora me parecen fundamentales, no sé por qué no antes ni después, justo ahora...), son lo más parecido a viajar al fondo:  se nos revuelven los cuerpos con tanta curva, lomo de burro y bajaditas. Pero lo importante es que vamos en viaje.

Luego de enfrentar mi imaginario paranóico y fatalista con la realidad, me propuse poner en acción mis capacidades. En vez de preguntarme si "puedo llegar a hacer tal cosa" me propuse sin miedo a cumplir con mis proyectos, si lo que creo es que puedo, entonces necesito demostrármelo. Es algo muy personal en sí, pero la cuestión es poner en marcha la búsqueda. Las respuestas no van a llegar solas. En el hacer voy a encontrar lo real de mis expectativas, lo que es y no lo que "creo que es".
Sin embargo, con las emociones subidas en el subibaja, a veces se torna difícil salir del estado de perdición. Así que para enfrentarme a eso, con la ayuda de las calcos transformé mi pared en una cartelera de buena onda y fuerza para impulsarme a mí misma.

                               

                           









 

Así que despertar y leer eso, inconscientemente me llena de buenas vibras para comenzar cada día.
Para aprender es necesaria mucha práctica, así que, a pesar de que no tengo ideas espectaculares, trato de mantener activas mis habilidades: Dibujo, escribo, hago música, entreno baile...Me dedico a hacer un poco de todo, aunque sea un poquito. Creo mucho en lo que dijo Picasso
"La inspiración existe, pero tiene que encontrarte trabajando"
Lo importante de maquinar proyectos es ponerle fechas. A mí me ayuda sentir  la "presión" de EL DÍA que poco a poco se va acercando. Mi objetivo es haber avanzado al menos en alguno de los proyectos en el día. Haber practicado música o baile o escrito o dibujado, y es cierto, poco a poco, se me van disparando ideas, que van transformándose a medida que sigo trabajando en ellas. Trato de definir mis objetivos para no divagar mucho. A mí me encanta lo que hago y lo disfruto mucho, por eso a veces me cuesta organizarme y concentrarme en practicar específicamente algo, podría decirse que me voy por las ramas tocando o escribiendo por ejemplo, así que trato de volver una y otra vez a la idea, al "esquema" por decirle de algún modo.

Cierro este post repitiendo una frase que me escribí en la pared: Uno es lo que hace.
Con lo que "quiero" ser no basta, ahora es tiempo de ponerlo en práctica.


Esta es la tercera parte de "¿Y ahora qué?", una serie de crónicas sobre la búsqueda de mi camino luego de mi aventura mochilera. Para leer la primera parte hacé click acá, y ésta es la segunda.

Crónica de las pequeñas cosas


Domingo 22

Me encontré un guante. Uno pequeñito. 4 dedos azules y un pulgar negro. Estaba en la esquina donde me dejó el 159 ese mediodía. Lo levanté porque pensé que podría devolverlo. Microcentro un domingo es un lugar abandonado, sólo unas pocas personas pasan por esas calles grises llenas de protocolo oficial y burocracia. Lo tomé casi sin pensarlo, porque cuando pienso mucho las cosas freno mi impulso y es muy difícil que vuelva al estado inicial inocente de hacerlo tan sólo porque tuve el deseo de hacerlo. Lo tomé como una buena señal, más tarde analizaría su destino.
Subí las dos cuadras que faltaban para llegar a Defensa y encontrarme con mis amigas y en el camino buscaba a mi pequeño amigo sin guante "bonita misión" pensé, como para hacerme la poética. Sí, sentía en el fondo de la cuestión que todo eso era un símbolo, pero por el momento no lo comprendería. El sol se había acercado y la plaza estaba caminada por sujetos de colores diferentes, porque claro, los domingos Defensa es una calle de artesanías, objetos para turistas, comida casera, a veces un poco exótica, un tinte hippie pero hasta ahí nomás. Hay que ver también a qué llamamos hippie, pero eso lo dejo para otro post.
La cosa es que me encontré un guantecito pequeño con 4 dedos azules y uno negro pero no encuentro a su dueño. Yo creí que había subido las dos cuadras que también yo caminé y que estaría en la plaza alimentando palomas o alguna de esas cosas que hacen los niños en las plazas hasta que sus padres los agarran de las manos y conducen a donde tenían que ir.
No encontré al niño y me senté en la puerta de la casa de mi amiga, entre dos puestos de artesanías. Miraba la gente que pasaba con sus camperas de camping o sus abrigos de lana comprados en alguna otra feria o cosa parecida. Y esas miradas de lo nuevo y lo distinto me recordaban mis ojos cuando miraban otras calles de otros países de otras ciudades en otros momentos y sentí nostalgia. Claro, eso es algo que me pasa mucho y con el tiempo se me ha ido acentuando. Todo objeto, circunstancia, ambiente, me recuerda algún otro momento, persona, lugar que extraño. Podría decirse que vivo recordando.
Quizás no esté muy presente en el presente, pero tampoco estoy sólo recordando lo ya pasado. Más bien diría que estoy reflexionando mucho sobre el futuro.
Lastima que no soy buena para hablar, me gustaría hablar con alguno de ellos sobre las travesías y aventuras de los viajes, siento curiosidad por sus origen, su destino y sus impresiones de este parte del mundo.
Ya les he contado a mis amigos mis aventuras pero no siempre recuerdo las mismas cosas. Lo que más me agrada encontrar en mi memoria es la emoción que sentía cuando caminaba por calles sin sentirme en ninguna particular. Tenía facilidad para perder la noción del espacio y poder sentirme en lugares por los que estuve o por los que alguna vez soñé caminar. 
En todo eso pensaba mientras esperaba a mis amigas.

Lunes 23
¿Recuerdan el guantecito?Yo lo olvidé luego de la tarde con amigas. Pero hoy, luego de recibir un mail con aliento de mi gran amiga Celeste (Si estás leyendo esto, ¡Muchas gracias amiga! No sabes lo que valen tus palabras para mí), sumado a la noche de performance junto a otra colega que también me dio sus consejos y sonrisas, más los señores que me ayudaron a volver a mi casa una madrugada en la que no pasan muchos transportes hacia mi casa, puedo concluir que a pesar de todo siempre encuentro una mano dispuesta a ayudarme. Tan simple como un guantecito que le pertenece a alguna manito a la que le queda mucha vida por delante. Yo quise ayudar al niño y el niño (o el guante) terminó ayudándome a mí.
Tengo muchas preguntas, muchos recuerdos y extraño estar segura sobre mi camino y aunque, ahora las cosas no sean así y tenga muchos miedos, hay gente a mi alrededor brindándome su atención, sus consejos, sus abrazos.
Es tedioso sentirse perdido, pero es bueno recordar que no estamos solos. Y se los dice alguien que casi toda su vida se ha sentido sola e incomprensible, con pocas habilidades sociales para relacionarse con el entorno.

...¡Pero siempre adelante!


sábado, 14 de junio de 2014

¿Y ahora qué? (1): Volver a la realidad

¡Basta de sufrir! El miedo es un sentimiento que tiende a paralizarnos, yo en principio desearía parar el tiempo para pensar mis próximos pasos. Pero lo cierto es que el tiempo no existe. Y parar no se puede.

Estuve pensando en lo primero que hice, que sería el primer paso y eso fue hablarlo. Necesitaba descargar todas esas ideas eufóricas que se cruzaban violentamente por mi cabeza, volcarlas a la realidad para escuchar cuán ridículas, exageradas, sinceras o fuertes eran. Entonces volví (A Baires  ¿recuerdan que yo viajaba?) para contactar a ésas personas que siento me pueden orientar con mi situación. Porque es difícil ser subjetiva con un problema tan propio y suelo enrrollarme mucho en mis pensamientos por lo que el panorama total sólo lo ve la gente que está por afuera.
Previamente traté de escribir todas las ideas de mi cabeza, porque lo que tiene la mente es que es muy grande, como la imaginación y las cosas a veces se ven distorsionadas.
Escribirlas me hizo dar cuenta que no eran tantos cuestionamientos como pensaba. Ahora lo que faltaba era llevar mis preguntas a alguien que pueda darme su opinión sobre la respuesta o cómo enfrentaron ellos/as situaciones similares.
En resumen
Paso 1: Asumir el problema. Presentar frente a la realidad al Señor Conflicto para darle una forma más definida, encontrar LA duda de entre todas las postulantes y auto demostrarme que tan perdida no estaba (si puedo hallar la duda,  es porque pude despejar y descartar otras menos relevantes y descubrir las que se disfrazan de dudas).
Una vez asumida y pre-definida,  llevé la duda y la compartí con quien sentí que me podía ayudar a revelarla.

Paso 2: Escuchar y analizar
Todavía estoy en proceso de recopilar opiniones, pero al menos con las que ya  escuché pude aclarar mi panorama y ver más allá de mi problema. Hay un montón de soluciones y todas ellas requieren tiempo. Y con eso también llegaron otras preguntas.¿Cuál será el mejor camino?... ¿Qué es lo que realmente quiero?... ¿Qué estoy dispuesta a hacer?... 
"¿Qué hago de mi vida?" es una pregunta muy grande que involucra también mi manera de ser, mis convicciones, mis fortalezas, mis debilidades y deseos.
En lo personal siempre me costó mucho lo social, sin embargo en mi viaje descubrí virtudes y miedos que arrastraba hace mucho y no había advertido hasta que salí a mochilear.También anduve con personas que fueron las que me llevaron a descubrir más caras de mi personalidad.
Y hoy heme aquí escuchando los consejos y recomendaciones sobre la vida que mis compañeros, amigos y familia me da, filosofando entre mates y cositas ricas.

Paso 3: Proyectar
Ahora que tengo clara la duda y obtuve diferentes puntos de vista también imaginé muchas posibles soluciones. Así que para volcarlas a la realidad las escribí (Escribir con tinta sobre papel, no sé por qué, lo hace más concreto). Otra vez encontré ideas ridículas poco reales, algunas muy interesantes y otras que parecían grandes desafíos. Pero ahí están, eso es lo que tengo por el momento. La única manera de saber hasta que punto algo es posible o no, es haciéndolo. Así que de momento voy probando, experimentando y probándome a mí misma qué es lo que yo realmente estoy dispuesta a hacer y que cosas no.


La mente tiene unas dimensiones a veces ilimitadas para expandir y/o empequeñecer ideas, miedos, fuerzas, sentimientos. Y nosotros no sabemos hasta que punto somos subjetivos con nosotros mismos. A mí, el miedo, a veces, me hace ver mis problemas grandes y sólidos como muros que no puedo atravesar. Y eso lo sé muy bien, el miedo nos paraliza. Por eso siempre intento llegar a la acción y confiar en mis amigos y compañeros. Creo que mi gran miedo es que me venza el miedo. Me paralicé al sentir que no encontraba alternativas, pero los amigos y volcar mis pensamientos a un plano real despertó en mí la fuerza necesaria para buscar entonces mi propia salida.
No es que todo este ya resuelto, todavía sigo definiendo mi verdadero miedo detrás de la duda y todavía tengo preguntas revoloteándome la cabeza, pero la impulsión de seguir hacia adelante está viva y como dice mi tío buscar mi destino ya es estar vivísima.

Esta es la segunda parte de "¿Y ahora qué?", una serie de crónicas sobre la búsqueda de mi camino luego de mi aventura mochilera. Para leer la primera parte hacé click acá