martes, 12 de octubre de 2010

Gracias Gené. Gracias Ana. Gracias Teatro

I
Un júbilo inquieto y saltarín me atravesaba el cuerpo. Salí transformada en nuevas ideas, cambios, emociones y una luz. Sentí una luz hacia adelante. Allí, en mi futuro. Algo en mi interior me susurraba emocionado que por este camino iba bien.
Sentí una estrella fugaz y una certeza placentera se me tatuó en el alma: El teatro es tu amor.
¡Sí, señores sí! Ese alguien que me ama es eso; el teatro.
¡Gené, Gené, que simple, que honesto…! Tan brillante. He podido aprender, o como dice él, ahora recordé o repasé, eso que ya sabía, pero que no sabía que sabía.
Creo totalmente en lo que dice. Todos sabemos de eso de lo que queremos, está allí en dentro del alma, empolvado, olvidado en un rincón del mundo que es solamente uno. Pero ya lo sabemos. Ya lo sé.
Y escucharlo responder mi pregunta, mejor dicho, observar como mi intuición se hacía realidad, fue tan mágico... Reprimí un tanto la emoción, puesto que la consideré exagerada para alguien que no sabe que a mí me pasó lo mismo.
O me está pasando, porque yo aún estoy ahí, en ese vaivén. Estoy todavía cuando el relató que se cruzó con un maestro brillante que lo condujo al camino del arte dramático. Aún no llegué a ser brillante ni maestra de maestros. Ojo, tampoco puedo decir que yo logre ser tan genial y reconocido como lo es Juan Carlos Gené.
Pero la historia del adolescente atraído por la música, imaginando que ése sería su destino, pero que al ahondar pensativamente en eso, sientiese que había algo que no le cerraba. Ése adolescente que a través de obras y geniales maestros comienza a amar y ser atraído por el teatro. Hasta ahí, ésa historia también es mía.
II
Decírtelo fue como haberte pedido casamiento y esa felicidad que te invadió, me hizo infinitas veces más feliz. Sí Ana, yo quiero estudiar Artes dramáticas. Y lo tenía decidido desde mucho antes, pero no quería decírtelo antes por sentir que supondría que yo quisiere un trato especial, que jamás fue ni es mi causa.
Es tu culpa Ana, felizmente es tu culpa; lograste tu objetivo; me manchaste de teatro, de arte, de pasión. Y con eso no se lucha, se lo abraza y guarda en el alma, porque hace tan bien…
Ese abrazo incontenible y eterno va a ser mi fuerza y voluntad. Siento que en mi camino tengo una luz. Una señal, un consejo, un secreto, una ayuda. Ana; mi guía, mi maestra.
Me alegra muchísimo hacerte feliz. Porque si hay algo que me hace inmensamente feliz es hacer feliz a otro. Mi felicidad es mayor cuando, logro hacer feliz a otro.
Gracias Destino por chocarme con Ana, mi mentora, mi transformadora, mi llave al universo teatral.

III
Sentí el impulso de arrojarme hacia adelante cuando preguntó: “¿Quién quiere pasar?” Lo sentí cada vez que lo volvió a decir. Mi vergüenza, como con todos, pudo más y reprimí el deseo. Pero sabía que como sea iba a pasar. Tarde, no nunca. Además me resonaba la voz de Ana: “¡Aprovéchenlo, eh!” Junto con la imagen de su sonrisa orgullosa de sus hijos teatrales, sus pupilos, sus pichones, sus proyectos.
Sí, pasé. Mi auto exigencia me hizo relatar un comentario muy crítico hacia mí misma. Me sorprendió que Enrique refutara mi observación. Incluso creo que aún desconfío de aquello, porque yo estaba tan nerviosa…
¡Pero lo disfrute igual! ¿Por qué? Porque simplemente amo el teatro y aquello me ama a mí, nos correspondemos y esto será eterno. Porque ése impulso resume todo lo que es éste amor. Yo allí soy yo. Y a la vez no. Porque cuando hablo de mí, cuando me califico de algo, tengo que aclarar que haciendo teatro soy diferente, me comporto diferente. Me entrego a toda disciplina con placer, me entrego al desafío de aprender porque me encanta. Porque me transforma me renueva, me hacer sentir viva. En el teatro soy.
Hoy no me cabe duda, en algún futuro no puedo decir que no, uno nunca sabe, pero hoy en este filo que es el presente, esta frontera entre el pasado y el futuro, digo que yo a vos, Teatro, te amo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario