viernes, 29 de octubre de 2010

Si estás bien, yo estoy bien.

Hay una especie de lazo enganchado directamente al corazón. El otro extremo está múltiplemente dividido y subdividido e infinitamente dividido… No llego a ver dónde termina.No, se ve solamente un lazo, un solo hilo
conductor. Pero yo sé, sin saber cómo, que está conectado a infinitos extremos. Y cuando se tensa y comienza a tirar, ahí, en ese preciso instante, escucho las voces, los lamentos y algo, hay algo que tira desde el alma, que me jala, me lastima, me duele.
Me duele el mundo.
Soy un camino. Soy un medio (¿Medium?). A través de mí pasan los dolores y las alegrías. Soy un reflejo. Y cuando crees mirarte a ti, yo estoy en ese otro cristal, desde ese lugar, desde donde crees verte, yo estoy ahí. Te observo. Te siento. Yo soy tu reflejo.Estoy atada a vos. Y a vos y a vos y a vos…Observo desde lejos a ti. Te imagino en tu tristeza. En tu soledad, en tu injusticia. Y gritas. En tu interior gritas, en mi interior gritas, grito, gritamos un grito mudo, oculto, invisible…Me duele.
Me duele el mundo
.

La garganta tensa, me reprimo el grito porque voy a volverme loca, me va a mirar mi entorno y no va comprender. ¿O sí?
“¿Por qué lloras?” “Porque mira lo que le han hecho a ella. Tenía tanta vida esa vida…Experiencias que nunca serán, ha muerto un amor ¡Y empieza el olvido tan pronto…! Ya no vivirán sus hijos, ni su ancianidad en la tierra. No era su tiempo de marchar, pero ya se ha ido…”No es justo, no es justo, no es justo… ¡Gracias
Destino por el tiempo que a mi vida le das! Pero si este tiempo le es robado a otra vida, yo no lo quiero. Daría la mitad de mi agraciada vida, la mitad de mi fuerza, la mitad de mi suerte, lo daría por aquellos que no la tienen.
Quiero entender, quiero entender, porque pasa lo que pasa.
Nadie me puede decir que es ajeno a mí, porque estoy enganchada a todo ello. Es parte de mí, yo soy un reflejo. Y si estás sufriendo, yo sufro también. Tengo la pena del mundo…
A veces siento que no merezco tantos regalos del cielo. No los rechazo, porque si ésta es la voluntad del Destino, nada hay que yo pueda cambiar en eso.
Pero duele, Destino, ¡Duele!
Quiero ayudar a cada extremo. Que la cuerda no tire más, no por mi dolor, sino por querer que el otro no necesite tirar de la cuerda más. Destino, no, no quiero ser Dios, quizás simplemente todos tenemos ese sentimiento de compasión por el otro, alguien alguna vez dijo que “esa era una cualidad que nos diferenciaba de los demás animales”. La capacidad de sentir compasión.
La compasión, es ese sentimiento que nos permite imaginar en nuestro adentro el dolor del otro. “Ama a tu prójimo como a ti mismo” ¿Eso era, no? La compasión es el sello de aquello en la piel del alma, el impulso de nuestra moral, de nuestro sentido de justicia…
Es el lazo que descubrimos que nos conecta al otro, cuando éste tira de la cuerda.

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